viernes, 6 de junio de 2008

La influencia del cambio climático en el ciclón que arrasó Birmania


La influencia del cambio climático en el ciclón que arrasó Birmania
La tragedia de Birmania nos abre los ojos ante la evidencia del cambio climático. Los ciclones son cada vez más violentos, a pesar de que su número no crece.

La reciente catástrofe que ha causado el Nargis en Birmania y las últimas en manos del Katrina, Rita o Wilma en el 2005 hacen sospechar, que el cambio climático también tiene que ver con la fuerza con la que devastan los ciclones.

Los expertos están divididos unos preocupados porque cada vez es más usual que la categoría máxima de los ciclones oscile entre 4 y 5, categoría máxima y otros sostienen que la conexión con el cambio climático no se hace patente, pues el número de ciclones no ha aumentado aunque si lo haya hecho, considerablemente, su fuerza.

Se estima que hay unos 80 ciclones cada año en todo el mundo y durante muchos años este número no ha variado y tampoco se cree que vaya en aumento según Frederic Nathan, del Instituto Meteorológico de Francia (Meteo-France), lo que si ha cambiado es el número de ciclones de categoría 4-5, su número ha aumentado en los últimos 30 años y siempre van acompañados de vientos que soplan a una velocidad de 200 kilómetros por hora, con lo que queda determinado que lo que va en aumento es la fuerza y no la cantidad. Lo mismo opina Kerry Emanuel, profesor del Instituto de Tecnología de Massachussets, quien afirma que desde los años 50 el numero de ciclones de alta categoría se ha doblado.


Entre los años 70 y los finales de los 90, los ciclones de categoría 4-5 se duplicaron en número. Cada lustro sigue pasando lo mismo... son datos ofrecidos por el Instituto de Tecnología de Georgia, en Atlanta (EEUU) .
Un ejemplo muy claro lo encontramos en el océano Índico donde cada año aparecen unos cinco ciclones y no más, como el reciente Nargis o el Sidr que barrió Bangladesh en el 2007 dejando unos 4.400 muertos.
Si tenemos en cuenta el último informe del Grupo Intergubernamental para el Cambio Climático (GICC), publicado en 2007, donde se afirmaba que los ciclones aumentarían en potencia y número, sólo podemos esperar que las catástrofes se disparen en los próximos años, algo ya anunciado y que parece a nadie importar demasiado. En contra se encuentra el director de investigación del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) de Francia y experto del GICC, Hervé Le Treut, quien apunta que los estudios ofrecidos por el GICC están basados en el océano Atlántico y no en el Índico.

Le Treut se esconde en la afirmación de que sólo a largo plazo se puede determinar si un acontecimiento está asociado a una verdadera tendencia. La meteorología se basa en el azar, pero la climatología se desarrolla por leyes definidas a través de las estadísticas de periodos no más largos de 30 años. Piensa que los sistemas de observación son escasos al igual que los datos que se conocen sobre los océanos de todo el mundo, e insiste en que aún somos más ignorantes si hablamos de éste tema en la era anterior a los satélites.

Como veis, queridos lectores, los científicos no se ponen de acuerdo pues, como bien dice Le Treut, aún nos queda mucho por aprender, pero en mi humilde opinión, pienso que más vale preocuparse por el presente y solucionar los problemas a los que ahora nos enfrentamos, que esperar a tener más datos cuando todo haya vuelto a pasar otra vez. El camino se hace andando, y verlas venir es de futuristas.
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El daño que dejan a su paso estos ciclones son también cada vez mayores, el número de muertos y desaparecidos es casi innombrable y deberíamos de echarnos a temblar cada vez que lo oímos: Katrina 1.500 muertos; Sidr 4.400 muertos, Nargis 28.458 muertos...

A éstas escalofriantes cifras hay que añadir un número muchísimo más alto, de personas desaparecidas, que como os podéis imaginar han sido arrastradas, eliminadas de la faz de la Tierra. Con toda seguridad sus cuerpos no aparecerán y su número crece sin dilación e una lista negra que dicta: desaparecidos...
Las perdidas económicas son también cada vez mayores, la población costera aumenta cada año y el valor de los seguros es muy alto, ya que las infraestructuras a las que protegen son muy débiles.

Tras el paso del Nargis, más de un millón y medio de personas han perdido completamente sus hogares y pertenencias y ahora están completamente expuestos a todo tipo de enfermedades y calamidades, solo cabe esperar que la ayuda humanitaria ayude a estos seres que no tienen la culpa de haber nacido allí...
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El enorme drama del calentamiento global


El enorme drama del calentamiento global
James Hansen, una de las personas más influyentes del mundo, experto en clima de la NASA y director del Instituto Goddar de estudios espaciales, afirma abiertamente en su último estudio, que se oculta la verdadera gravedad del calentamiento global.

Además insiste en que el mayor obstáculo a salvar para no dejar que el Plantea caiga en la extinción total, no es la tecnología sino la política.

Hace ya más de 20 años que las emisiones de CO2 a la atmósfera llegaron a un nivel muy crítico ya que el noventa por ciento del consumo de energía mundial se extrae de recursos fósiles. Para Hansen esto es sin duda un negocio enorme y sus intereses han infiltrado al Gobierno y al Congreso de los EEUU, hasta tal punto en el que se han alistado nuevos políticos, cuya única función es decir, a viva voz, que la gravedad del problema no es para tanto.

Hansen opina que ni aunque nos marcáramos las metas más exigentes, para luchar contra el cambio climático, nuestras acciones no serían suficientes. El objetivo que se marcó en su momento por la Unión Europea para la reducción de emisiones de efecto invernadero, 550 partes por millón, es absolutamente inútil, pues haría falta que la cifra se rebajara hasta 350 partes por millón para poder empezar a hablar de salvación.

Si seguimos así la temperatura de la Tierra ascenderá 6 grados y nos los 3 grados que están previstos, en caso de llegar a esa temperatura nos quedaremos sin hielo y el nivel del mar subirá 75 metros, un autentico desastre mundial.

Los cálculos ridículos en los que hoy nos movemos son producto de una economía política basada en las necesidades de las grandes potencias y son ellas precisamente las que, de adoptar medidas más drásticas, podrían salvar el Planeta.

Desde el año pasado Hansen publicó un artículo con el titulo “Remenber this: 350 parts per million” (Recuerda esto: 350 partes por millón) en el que explicaba que el límite de emisiones de CO2 “seguras” para el Planeta era sólo de 350 partes por millón. Hansen y ocho científicos más, explican en el reciente estudio, que las emisiones generadas por el consumo de combustibles fósiles y las que se utilizan en silvicultura y el suelo, deberían de ser erradicas en su totalidad. Consideran que la labor es ardua pero no imposible, curiosamente Hansen compara la labor con el mágnifico esfuerzo de recuperación que se realizó tras la Segunda Guerra Mundial.

Textualmente se recoge en el resumen del informe: “Si la humanidad quiere preservar un planeta similar a aquel en que la civilización se desarrolló, las evidencias paleoclimáticas y el cambio climático en curso sugieren que el CO2 debe ser reducido de los actuales 385 ppm a un máximo de 350 ppm”
En las conclusiones se afirma: “Continuar con el crecimiento de la emisiones solo otra década, prácticamente elimina la posibilidad del retorno, a corto plazo, a la composición de la atmósfera sin sobrepasar los limites de efectos catastróficos”
Las evidencias de las que hace alarde el estudio realizado por Hansen, tienen su origen en la paleoclimatología, ciencia que estudia la evolución del clima en el Planeta y la relación que tiene con los gases de efecto invernadero.